La lenta ola, tsunámica, de la crisis ha ido dejando en la playa muertos y heridos sociales, hipotecados y... deshauciados. Los médicos desahucian a los enfermos cuando consideran que su propio saber y sus técnicas ya no sirven para atrasar la llegada de la muerte y los bancos, apoyados eficientemente por el sistema judicial, desahucian a sus clientes cuando considera que están muertos socialmente pues no pueden hacer frente a los pagos de la hipoteca, como resultado de la pérdida de su puesto de trabajo.
Deshauciar es "quitar a uno toda esperanza de conseguir lo que desea". Dante Alighieri, mucho antes de la crisis de las hipotecas, puso en el pórtico de entrada a su infierno literario ¡Oh, vosotros que entráis, abandonad toda esperanza!" Esta frase debería estar en las puertas de todas las oficinas bancarias, por ley.
En la Roma antigua los campesinos movilizados en las guerras imperiales cuando volvían se encontraban con sus pequeñas propiedades agrícolas sin trabajar y, por supuesto, con las cosechas perdidas. Se veían obligados a pedir préstamos para sobrevivir y volver a sembrar, normalmente a aquellos de sus vecinos más ricos ofreciendo como garantía su casa y su tierra. Es decir, se hipotecaban, quedando así "anexados" (este tipo de contrato se llamaba nexum) Como hoy, muchos incumplían los plazos para devolver el capital y perdían su tierra. Se veían obligados a hacer prestaciones en trabajo a su acreedor por los intereses, que así aumentaba su mano de obra, con lo que algunos iban siendo cada vez más ricos y acumulaban más tierras.¿Os suena de algo?. Es decir, el deudor perdía su libertad compensando al acreedor con su fuerza de trabajo en una situación semejante a la esclavitud, además de perder su tierra. Vemos que la hipoteca ha estado siempre asociada a alguna forma de pérdida de libertad, de esclavitud, hasta hoy.
No obstante, generalmente (no siempre) la historia nos muestra que cuando muchos sufren una situación de injusticia aumentan las probabilidades de rebelión contra las causas y los causantes de ella. En esa Roma imperialista emergieron luchas por la condonación de las deudas a lo largo de los siglos V y IV A.C. que forzaron el desarrollo de formas de deudas menos esclavistas. Pero el concepto y la práctica de la hipoteca ha persistido hasta nuestros días por la mediación del sistema financiero que ha complejizado, sofisticado y estetizado la usura.
Las actuales plataformas de afectados por las hipotecas son los herederos de esas luchas perdidas en los recovecos de la historia. Consituyen la rebelión contra el nexum, contra la servidumbre a una de las mil formas de dominio del capital, contra el esclavismo.